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Show 102 dellenguaje. Los mismos tarascos, antes de los azteca, recordaban otra invasion de Io cbicbimcca. Es de suponer, pnes, con gran verosimilitud, que el t erritorio tarasco estuvo en su principio poblado por la raza monosilahica; qne en epoca mny remota fue invadido por las tribus meca que ten fan ya Ia civilizacion nalJOa; y que de esta fusion result6 la civilizacion tarasca. Como el pn eblo tarasco era varonil, gnerrero y poderoso, resisti6 invasiones posteriore ; y por eso, los tolteca y demas tribus rodearon su t eni to rio en sus percgrinaciones. No asi: los azteca, tribu mas val orosa, que peoetr6 basta el cent ro del Miclmaca n, y llego {L Patzcuaro. Otra. cr6nica tarasca, sin duda lamas importa.nte, y que hasta hace poco seencontraba inedi ta enla Biblioteca del Escorial, dice que antes de los antecesores del cazonci vivian en el Michuacan los mexicanos; y mas adelante, hablando del rapto de Onricaberi, seilala ol Ingar do su morada, que fue Tarimicbuudiro, banio de Patzcnaro. No pnede caber duda de Ia estancia de los azteca en el Michuacan, estancia que tuvo importa.ntes consecuencbs on el desarrollo de la religion y de la civilizacion de los mexica. Elrcino tarasco era poderoso y sumamente poblado, y se extendia desde el Pacffico basta el tcrri torio en qne hoy se encuentrau los Estados de Quanajuato y Queretaro. Era una gl'an faja de terreuo que separaba las dos civilizaciones del Norte y del Sur. Los tarascos eran bravos y sanguinarios, y su culto era una succsion de sacrificios hnmanos, en lo que se distinguian de los tlapalteca y de los maya-quiches. Ouando las dos civilizacioues del N ortc y del Sur se encontraron y formaron las razas tolteca y nonoalca, no existfan a.un los sa.crificios humanos: estos fueron llevados de los t arascos. En efecto, absurdo seri:a suponer que los azteca dominaron en el Michuacan; ni su lengua ni Ia religion na.hoa dejaron a su paso; tan s6lo un recuerdo de su estancia. Debieron, por el contrario, como los mas debile , recibir la infl.uencia t arasca. Y que esto sucedi6, se demuestra con el hecllo de que en el enlto mexica encontramos los ritos tarascos, ta.n cliferentes de la pura religion astron6mica de los nahoas, sin que pueda. decirse nunca que los micbuaca los recibieron de los mexica, pues es notorio que cstos nnnca pudieron vencerlos, y monos conquistarlos, (mico medio en aquellos tiempos de imponer Ia religion. Ya en el MS. del Fenix de Occideute se Ilaruaba la atencion sobre la semejanza de ambos cultos; pero esto es mas notable en ciertas especialidades de los azteca. A sf los sacerdotes tarascos cargaban a sus dioses envueltos y ala espalda; generalmente erau cinco los sacerclotcs llamados tinim,eoha. Pues bien, en Ia tira del Museo, se ve a los cuatro sacerdotes aztec~ts cargando de la misma manera a sus dioses, llevando el primero a cuestas al dios Httitzilopochtlti. Una cle las especialidades mas irnportantes del cnlto mexicano, • 103 consistfn. en hn.cer Ia gncrra cuando se accrcaba la fiesta del fuego nuevo, a :fin de tener vfctimas qne ofreccr a su dios. La fiesta tarasca lln.mada .Anoinctsqttltro era semejantc, y por cim·to revestitla de grantles solemnidades. Las ceremonb.s funerales de los que morf:tn en la guerra y de los caciques eran muy semej antcs. Esto se bace mas palpable en las ccremon i<ts clel cazonci 6 rey. Dice Ia. crouiea: "ponfanlc a.l cuello nnos hn~sos de pescados blancos muy precia.dos entrollos, y ca.se<tbelos ue oro en las piemas, y en las muiiocas piedras de tnrquosa.s, y un tmnzatlo de pinmas, y unos col lares de t nrqnesas a.l cncl lo, y unas orcjera.s gmndes cle oro en las orejas, y dos brnzaletes de oro en los brazos, y nn bczote grande cle t urquesas, y baclanle una cama de muclJas mantas de coloros muy alta, y poufan aquellas mantas en unas ta.hl:l.s tl.J lcbas, y {L 61 ponfa.ulc cu cima., y at{tbanle con nna.s t reuzas y cobrfan lc con mucltas mantas cncima, como que estnvieso en su cam a, y atmvesal.mn pur debajo unos palos, y hacian otro bulto encima. del de mantas con su c:tbeza., y ponian en aqnel bulto nn gran plnmaje de muchi1s plu mas mny hrga.s, verdes, muy ricar:;, .r unas orej cras do oro y sus col lares de tnrqucsas y su brazn,lete de oro, y su tranzado muy bncuo, y ponfan le sus cotn.ms de cuero, y su arco y flechas, y su carcax clc cuero de t igre." Para com pren<lcr Ia semejanza ue est~Ls costumbres con las de los mexica, basta <lespnos cle leer la a11terior relcteion, exa.m in~tr Ia l{Ltn in a. 14- del Apeudico, pnes parccc nna clcscripcion miunciosn. de elJa. Los ritos b{trbaros tlo los funerales, que no puclieron vcnir tlo la sa.na reli (l'ion de los naboas eran tam bien semeiantcs entre los michuaca. La b ' " misma cr6nica dice: " Oomponian a.simismo tocb la gente de hombres Y mujeres que llabia de llcva.r consigo (el cazonci), los cuales su hijo habia seiiala lo para que matasen con el; lhwn.ba siote seiioras: nna llevaba t odos sus bezotes de oro y de t nrqnesa,s ataclos en un pafio, Y pucstos al pe cue;w, otra sn camarcra, otra. que gum·da.rn. sns collares de tnrqnesas, otra que em su cocinera, otra que le servia del vino, otra qne le daba el agna a manos y Ie tenia Ia taza mient ras bebia, y otra quo le da.ba el orinal con otras mujeres que servian destos o:ficios; de los varones llevaba uno qne Jlevaba sus mfl.ntas a cuestas, otro que tenia. cargo de hac.elle gnirnalda.s de trebol, otro que le ent ranzaba., y otm que llevaba sn sllla, otro que llcva.ba {t cucstas sus mantas clclgada.s, otro llevaba sus llachas de cobrc para bacer leila, otro qne llevaba un aventadero grnnde para sambra otro que llevaba su calzado y cotaras, otro que llevaba sus c:tnutos de oio1:es; un remero, un barrendero de su casa, y otm que brniiia sus aposentos, un portero, otro portero de las ronj eres, un plumajero de los que le bacian sus plumajes, un platero de los que le Lacian sus bezotes, uno D URAN.-TOM. JI.-AP. |