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Show 16 Ja luna que pre iclia sus ritos misteriosos, y era Ja lam para de sus amores celebrados en lecbos de rosn.s al pie de armyn.nes y de palmems; y a la blanca e trella de la tarde, que no fne para ellos la Aphrodite que nn.cfa voluptuo a entre las olas del mrtr, sino una creacion mas punt, Ja vfrgen pudorosa que al mirarse sorprendida, cuando apenas comenzaba a brillar al cn.er Ja tarde, sc hundia apresuracla., a ocultar su hermosura en un lecho de algas salpicado de las estrcllas fosfore centes del Oceano. As1 nacieron sus t.res grande deidacles: Tonacatecnhtli, Tezclttlipoca y Quetzalcoatl. Nad::t mas puro y nada mas grande que las primeras concepciones religio a de los pueblos: el Tonacatecuhtli se convi rto en el Mictl(tnteouhtli, en el dios de los muerto , para quo los muertos tam bien tuvieran su dios. La lluvia bienhechora, quo a vece cspn.nta con el trneno y deslumbra con el relampago, se convierto en el dios Tlaloc, cuyo nombre expresivo parece un poema que entonan los labraclores: tlal-li, tiorr::t, oc-tli, pulque, vino: Ja lluvia es el vino de la tierr:-t sedientn,. Los caudalosos rios que, precipit{mrlose de lo alto de las sierra.s, bajan {t su vez a fertilizar las ll::tnums, se tornan en la diosa Ohalchiuhtlicue 6 Ohalchioueye, l::t de la enagua azul, que pinta ban con una cauda de un rio que arrastraba en 'U corriente a un magnate, {L tm mercader y a una virgen, imholizando el curso de 1a vida que a todos DOS an·astra hacia ]a mucrte, de manera mas poetica que tochts las poesias que so han entonado sobre la fragilidad de nuestra existenoia. Ya las siembras de mafz, que se columpiaban acariciadas por los m~nsos vientos ofreciendo al hombre sn alimento, bacfn.n nncer a Ja diosa Oenteotl; ya brotaba de entre Ins rosas, meciGndose entre ramas, la deidad de las a.legria s, Xochiqnetcctnij ya cl fuego volcanico, que bacia retembln.r la tierra llovie.ndo sobro ella ceuizas y llamas, prodncf:t al severo dios amarillo, Xi uhteottlltlitletlj ya en fin en cstrecho y mnoroso abrazo, Oipaotli y Oxomoco, In, luz y las tinicblas, el dia y la noeho, el sol y Ja tierra, bacfan nacer el Tonctldmcttl, 1a flecha del Nah·wi Ollin, el tiempo. Debi6 ser muy grande y muy feliz el pueblo que levantaba tanto su animo en concepciones tan bizanas. La Oitlrtlcueye, Ja vfa lactea, la de la enn.gua de strellas, crea los astros; son los cometas, astros que van veloces como saetas; pueblanse los cielos de estrcllas, de dioses y de luz; y en los dos 1lltimos, en el Orn eyooan, esta invisible y omnipotente el Ornetemthtli, el dios dos, el creador, el verdadero Dios . . El alma es in mortal, y va a snfrir los espantosos viajes del Miotlctn; los guerreros muertos en batalla van a vivir a] ol; y los niiios, mientras vnclven a ]a vida, clescansan bajo las ramas de un arbol que gotea leche. Todo es tierno, todo es grandioso, todo es sublime en :tquella religion primitivn: los primeros so- 17 plos de la divinidad sobre las razas vfrgencs, sou algo como el primer beso de amor. Desgraciadamente junto a la religion nace el sacerdocio; a la inspiracion del alma se sustituye elrito; la crcencia se convierte en interes, y el dips en fdolo. El dios se personaliza, ya no representa la idea antigua, es ya un verdadcro ser por cuya supremacia luch:.tn sus sectarios; el dios invisible desaparece; s6lo quedan aquellos que tienen una representacion real, una forma que pueda verso y tocarse; cl alma dol creyente se sustituyc por su cuerpo, y el sacerdote se apodera de este cuerpo como presa. propia, como botin de guerra, conqui stado en no so que contienda de diviuidades en que hay ejercitos m{ts higubres y mas espantosos que las buestes de Satan que uos pinta el genio de Milton. Vemos as! ya entre los tolteca.s, olvidada la explicacion de la lucha astron6rnica de Tezoatlipooa y Quetzalooatl, convertirse en verdadera guerra religiosa. .En vano un ser misterioso trae Ja predicacion del Evangelio, y tomanllo el nombre de Quetzalooatl, con else confunde. Esto eucarniza. Ia lucha. Las ideas se exageran y comienzan los sacrificios humanos. El pueblo y la raza degeneran, y triunfa la mahL causa. Los quetzalcoatl, los sectarios de la idea nueva, son a.rrojados de ciudacl en ciudad, de templo en templo, de piramide en pil·amide, do Tollan, de Teotihuacan, de Cholollan, y se pierden en el mar, profctizando venir mas tarde conquistadores y triunfantes a plantar la cruz sobre las ruinas de las ciudacles malditas. Tezcatli]Joca, la deidad terrible y sanguinaria ba triuufado; pero la poderosa T6llan ba desaparecido dejando una terrible herencia de sangre a los aztecas. Tezcatlipoca ya no es la apacil>le luna, sino el !dolo negro y espantoso; Quetzctlcoatl ya uo es la tierna estrella de la tarde, sino la feroz culebra ornada de plumas; y ambos no sonya los dispensadores de la, luz sino dioses bambrientos de sangre humaua y de sacrificios. Oi]Jactli y Oxmnoco, los padres del tiempo y de la vida, se convierten en buhos en el Tonalamatl. Tlaloo, el viuo de la tierra, se presenta con el rayo destructor en la mano; y los aztecas traeu para fundar su ciuclacl nn dios mas terrible aun, HuUzilopoohtli, y una diosa que representa el mas barbaro de los crimenes, Toci. Los azteoas saleu de su lago natal impelidos por los graves trastornos que desmoronan para siempre el imperio tlapalteca, y salen ya c?n .s~ dios. &No ten fan acaso otms deidades que las plantas alia en su pnmitlva rudezaf Do::; hechos nos Io bacen sospechar: en el geroglffico de I~ peregrinacion que existe en el Museo, su d.ios es .la .c~iia del agu~~ A~watl, que se eleva sobre el teooalli de Sll mans10n pnmitlva; en la pumera .lamina del c6clice del P. Duran, su·dios es la flur del maguey, el ombhgo |