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Show 76 fuudc y cree ver becL10s cliversos doude no hn,y mas que uno solo. Sucedi6 asi con la leyenda de Quetzalcoatl, pues hay otra en que figura un nigromante TitlcGcahtw.n, que no es otro que el mismo TezcatliJJOca. Suceue tambieu con la leyenda,, que si es comprensible para la generacion que preseoci6 los hecbos {t que se refiere y en ella no ve mas que un simbolismo, cuando trascurren muc1Jos alios, las nuevas generaciones creen este simbolismo como verdacl hist6l'ica, y se persuaden {t que los hechos pasaron como dice la leyenda, y que han de pasar como ella los predice. No habfa un griego que no croyese real mente que Aphrodite habfa nacido de lases- 1 nmas del mar, y que IIer{tkles habb mum·to iucendiado en una hogucra. Tales creencias tuvicron, como adelante se vera, consecuencias trascenden taJcs. El simbolismo astrou6mico de la leyenda de Quetzalcoatl, viene a confirmar por completo ideas que antes manifestamos, y que fuimos los prim eros que {t llacerlo uos atrevimos. Los nahoas fueron naturalmente afeetos al si m bolismo. Hemos vis to como de la prim era luz del cielo hicieron {t OiJlctr. tli y de la ticna {t Oxomoco, 6 hicieron nacer de su union el NcthttiOlUn y el Tona.ltt11Uttl, Ja fleclla del tiempo y el calendario. De Gipactli hicierou su primer dia del afio, porque era la primera luz; y por ser Xoc71il6nal el tLltimo dia del afio, como imagen del fin de la vida, hicieron de el el m6nstruo que devoraba {t los muertos cuanclo al fin llegaban al M~iatlml. Oomcuznrou a con tar sns afios por los movimieutos de la estrella de Ia tarde, y por cso hicieron de Quet.zalcoatl un mcdio sol, y con medio sol {t la cspalda lo rcprcsentan en cl gcrogiHico del codice Vaticano. Lo combinarou dospnes con los movimientos de l ~t lunn, y como esta alum bra mas, llicieron un sol entero de Te~catli1wca. Y al fin, al aceptar el afio solar, hicierou su venladero sol, el Toncttiuh. Hemos visto tc:tmbien, siguiendo Ia leycncla del COdex (;um{tna.ga, qne las eli versas posiciones de la luna y de la e trella de la tarde, dim·ou origen {t. las fingidas lnc!Jas de Qnetzalooatl y 1.'c~oatlipooct. Y esta misma f{~bula expresada de mauera mas brillante, se encicrra en Ia leycuda de la muerte de Quetzalcoatl. Vemos en efecto {t Quetzalcoa,tlrey y scfior viviendo en su pa.lacio, co· mo parece la estrclla, <lela tarde rein a y sefi01·a en el palacio de los cielos. 'l'e~catlilwcu, que qniere veneer su poderio, va a verlo llevando un espejo mdon<lo que tiene un concjo. 'l'ezocttliJ>OCC£ es la luna, y tambien es la luna el espcjo redomlo al cnallos dioses aventaron un conejo, causa de las manchas del astro de Ia nocllc. Espantase al verlo, porque comienza la lucha de la estrella en el Pouiente y de la luna en el Oriente. Pero Quetzalcoatl se <idoroa de plnmas y colores, y la estrella de la tarde no queda a(m vencida. Es preci o que Tezcatlipoca vnelva con Ia bebitla embriagante; yen- 77 t6nces Quetzalcoatl hace llamar {L sn esposa Quet~ttlpetlcttl, se embriagan y ambos se duermen. Qttetzalpetlatl es la estera preciosa: los nahoas figuraban la tierra en forma de un cuadril{ttero dividido eu peqnefios cnadros, lo que semejaba una estera, petlatl. Ouando los nahoas rnoraban a orillas del Pacifico, la estrella de la tarde se bundfa en las ondas del mar: cmtndo vivfan en T6llan, el mae pr6ximo {t olios quedal;:>a por el Oriente, y Ia estrella ue la tarde al desaparecer, como que temblaba y se llundfa en la tieITa, y ambas se dormbn en el suefio de la noche. Quetzal es una pluma verde, Quetzetlpetltttl es la verde tierra. Por cso en otras variantes de Ja leyenda, Ia amante de Qttetzaloocttl es X6chitl, fl.or, la tierra florida. Por eso en uno de los cua,dretes de la Piedra del Sol, se vejnnto alpetlcttl, shubolo de la tierra, el medio sol Quetzalooatl, unitlos como los dos amantes de la fabula de T6lbn. Quet:zctlcocttl pcrmanece en el sepulcro, clentro de la tierra, cuatro elias, y despues aparece eula orilla delmar. Simboliza esto el tiempo que trascmTe entre Ia epoca en que brilla como cstrella de ht tarde y el dia en que aparece como lucero de la mali.ana; sin que se le vea en ese espacio porque se oculta en los fuegos del sol. Qnet~alooatlllcga al teoctpan-illluicaatenco, al m:.u que se junta con el firmameoto, yen el agua ve su imageu, sn hermoso rostro. Es ya la estrella cle Ia ma,iiana que parece salir del mar eu el Oriente, que sobre el brilla refl.ejando en sus aguas su placida luz. Pero el sol se aproxima, la a mora con vierte las nubes en una roja hognera, y Quetzalcoatl se arroja en ella: es ht estrella de la ma5amt que desaparece en las ll ~tm as del sol esplendoroso. Y salon de la boguem los pajaros m{ts hermosos : son las aves de los bosqnes que con trinos y gorjeos saludan el nuevo dia. Quetzalcoatl mue1·e, dPja de ser la estrella de Ja ma.iiana; pero de las (jenizas de su corazon brota el lucero. Mas este lucero no brilla en el :firmamento sino siete dias <.lcspues: el espa.cio en que esta en los fuegos del sol, y que tarda en pasar de estrella de la manana a estrella de la, tarde. Oonfesemos que los nauoas no cedicrou en poesfa y en imaginacion, y en su exacta observaneia de los misterios de la natnrc:tleza, ni a los mismos pueblos helenos. Veamos que se desprencle de la leyeuda res pee to {t la personaliclad de Quetzalcoatl. La primet·a cuestion que 1Ja traldo i mn.ltraer a cronistns e histori6grafos, es iudagar qnien em Quetzalcoatl. Un ~mtor aleman banegado sn existencia: es el medio m{ts sencillo de resolver las cuestiones. Brasseur crey6 ver en el nada mas que un simbolismo de la formacion de Ja tierra: este otro medio no es tan sencillo, pero es tan iml.til como elanterior para resolver la dificultacl. Quetzalcoatl fuc un personaJe que existi6 realmente en el siglo X, y que gobern6 T6llan en la epoca de su ma- |