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Show IX. y comen2:adas, pone entre aquellas la del Fenix, y d(l .un a.nalisr~ de ella, por el cual sabemos qne Quet::alc6huatl era su St6. To-mas •. El mismo Siguenza en el pr6logo de su Pm·aiso Occidental l~ etta com_o acabada, sino que no "'alia a luz por falta de medi~ s. A 1 ~11smo tiempo, esto cs, mediaclo el siglo pasado, un J esmta l\'lex1cano escribi6 en l\1anila la Historia del verdadero Quetzalc6lwatl el ap6stol St6. Tome. Del mismo parecer fue el famoso Becerra Tanco en su historia d~ Guadalupe, cuyo voto por scr de un tan gran maestro de lengua MeXlc~ na, es de un gran peso. Boturini en su idea de una nueva histona gtncral de las Indias, prometi6 probar lo mismo con los muchos documentos que sobre esto habja recogido en su rnuseo. Por ~u mue~te y encargo trat6 de escribir la nueva historia el caballero Veyt1a,. natural de Ja Puebla de _los Angeles, y lo desempeii6 bastante bien. en csta parte. Sus vanas. obras corren MSS. y he visto ~na c?leccwn de eilas e~. la secretaria de gracia y justicia de Ind1as. Es verdad que ClavJjero en su Storia antica d' il Messico, aunque no se atr~ve ii negarlo ~or saber. que lo sostuvo Siguenza, en cuyas obras . ~1empre se admtra la solldez y la erudiccion, bien (]Ue el nunca VJO la obra de que se trata, no le sigue en esta opmwn; per? no se deb~ hacer caso de 1o que dice en ita]iano, borque hab1endo el Jesmta Espaiiol Diosdarlo a quicn cornunica-a. con su mesa su. obra, _dclatadola al Consejo de Indias, este no q_mso d COnced~r SU 1mpreSl011 en Castellano, a pesar de Jas instan· ~laS, fl ~O?lsta_ Munoz; y ~ara haccrla pasar en italiano dedicn-a a_ a mvers1dad de Mexico, Clavijero recort6 y aiiadi6 notas ~on~t a su testo Y contra Casas, ftaqueza que Dios le castigo me ec~an en Rom~ los ex-J esuitas americanos, y no llego a recibir el gra 0 de J?r. n: el regalo que le envi6 1a Universidad. No obstan· te, el refenrse a la Cr6nica de Tehua.nUpec por el Dominicano Bur· goa, en que apoya la predicacion de Sto. Tomas indica Io ue ell 1~1° bse atre_via a_ decir. Final mente ha sostenido el ~ismo dicta~ en ed ce e · re abnl ticuano y oo Tan len gua M cxt· cana IA·l e. B orunda aboga-o re~?eta e cargado de familia, a quien el mal Arzobisp~ Haro despd0)0 de su obra MSS. (%) Y arruin6 incluyendole en su escandaloso e 1cto contra el Dr. Mier. ~ntre las . maniobras inicuas con que se trat6 de perder a este, hab1endo pedtdo_ el fi cal del consejo pasase su sermon a cen~ ura de" la A cad... .e mia de la historia, el venal secretario del conseJO Ce~da, le paso todo 1? _que era contra el Dr. Mier, para obli· garla rl condenade, supnrnwndo ]a defensa que este habia tado. y a fi 1 1 b presen- 7 · n qu; c e ~a a ra no pudiese instruir a los Academi" cos, se le susc1to una mtrjga frailezca para que estuviese arresta~ ( ~<) Entre sus papeles estaba la Clave Hi8torial, la mayor d que podria sufri1· nuestra literatura.. per id~ ·x~ do. Entonces el predicador oscribi6 una disertacion, en que probaba Ia predicacion del Evangelio por Sto. Tomas 6 Quetzalc6huatl, y reducia toda la mitologia l'vfexicana, especiRlmcnte la del tiempo de los Tultncas 6 de los dioses llamados Tlaloque.s, ( esto es, del paraiso) a Oios, J esucristo, su Madre, Sto. Tomas y sus discipulos 6 martires que murieron en la persecucion de Iluemac. Esta disertacion la envi6 con algunos libros al celebre Dr/ Traggia, cronista real de Aragon, conocidisirno por sus obras en la republica literaria, que era el anticuario y hibliotecario de lr! academia, y uno de los censores, el cual habl6 asi resueltamente en plena academia: ,Confesemos de buena fe que no sabomos una palal>ra de antiguedades americanas: cl Dr. l\,lier me ha enviado a launos libros 0 con una disertacion digna de ser presentada aqu1, y de darle lu-gar ii su autor; y aseguro a V. S. que si para sostener la predicacion de Santiago en Espana, tuviesemos Ia decima parte de las pkuebas que tienen los americanos para defender la de Sto. Tomas en America, cantariamos el tri unfo. (*) Este sabio academico de· fendi6 no solo todo el sermon del Dr. Mier, sino la obra de Borunda, y su dictamen fue el que aprob6 la Academia, que en euerpo ecsamin6 en mas de siete rneses el usunto, casi sin ocuparse de otra co sa en cad a sesion. En fin, ha hiendo dicho en Paris al Dr. Mier que el autor de las notas a Carli era Langles bibliotecario nacional, como este, aunque deista segun las notas, decidia en ella~ que era inclispt.iahle abso]utamente la prcdicacion del Evunge1io antiguamente en America, lo escribi6 una ]arga carta latina, en que lo apoyaba probando Imber sido Sto. Tomas 6 Quctzalc6huo.tl, la. cual ley6 con gusto el celebre Obispo de Blois Gregoire, y le confes6 ser probabilisima la predicacion alli de aq uel ap6stol: los J esuitas americanos en Roma copiaron avidamente tambien la misma carta. (*) El que obtu vie ron los Espanoles en Rom a contra el Carden a! Baronio para restituir la leccion de haber predicado Santiago en Espana, se debi6 a los falsos Cronicones de Luitprando &c. que ent6nces pasaban por verdaderos, y hoy se sabe que fueron fingidos por el P. Roman. La autoridad que se alegaba de S. Isidoro en las vida$ de los patriarcas tampoco vale, despues que el Obispo de Guadix de Critices arte, prob6 que no era tal obra del Santo. El argumento terrible de Natal Alejandro, que si hubiera habido tal trad!cion, la hubiera alegado el Obispo de Santiago disputando la primacla al de Toledo en un Concilio Romano, argumento a que lo~ Espanoles respondian que no habia ido tal Obispo de Toledo, resuci.t6 con mas fuerzu, desde que a fines del siglo pasado la Academia de la hl"'toria es· trajo documentos del a·rchivo de Toledo, de que su Obispo en aquel ano se disponia a pasar a Roma. Ningun sabio en Espana cree tal predicacion de Santiago. La de S. Pablo s1 que tiene gravlsimos fund~mentos basta en el mismo: cum in Hispaniam proficiscere caepero, escri· be a los Romanoi. , * ·. |