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Show 232 LIBRO TERCERO [a] CAPITULO I.o DEL PRINCIPIO QUE TUVIERON LOS DIOSES. Del principio que tuvieron los dioses, no hay clara ni verdadera relacion, ni aun se sabe nada; n1a3 lo que dicen es, que hay un ]ugar que se dice 1"eu.- ,----- ADVERTENCIA DEL EDITOR. (a) La Mitologia 6 sea la 1-Iistoria de los fabulosos dioses y heroes de la gentilidad, siempre se han mirada como un surcido de ll'!entiras "'! delirios los mas absurdos, comenzando por Ia de Egi pews y Gnegos, y acabando por lu de la Nacion mexicana. . · Salida el hombre de las manos del Supremo I-Iacedor, aun· q~~, muy en breve degrada~o por el pecado original que se transmitlo fn todas las generacwnes futuras de Adan, conserv6 sin e~bargo las primeras nociones de la divinidad, y su culto fue sencillo a esta. Pero como con el transcurso de los tiempos, y entregado. ~n las manos de su consejo se borrasen las primerns ideas confundH~nd o~e con otras absurdas; result6 de aqui una mezcla mons. truosa y abominable que se aument.6 de generacion en generacion, llenando al ~undo f.le u1trages, y aumentando a un grado indecible las calam1dades de Ia especie humana. . Esta teoria tuvo su m'as puntual cumplimiento en la Nacion m~xic.ana. Llegada su tribu dl pais de Anahuac, y hundida en Ia rmsena porque solo. se alimentaba de los pececillos y reptiles de la laguna, s~s oblacwnes a las Deidades gentilicas, solo eran de flores y codormces; pero despues que sirvieron de ausi]iares a los Aculhua$ de. 9uienes recibian ]a hospitalidad y protec.cion contra los de Xochzmtlco, mostraron toda su ferocidad, y presentaron en este suelo el escandaloso saerificio humano. El caso. es (~ice el sabio Veytia) que vue1tos los mexicanos a] lu~ gar d~ su res•?~ncJa despues de la batalla en que no 4uisieron rnatar nmgun pnswnero, contenUindose con · cortarles las orejas que presentaron guardadas en unas talegas cuando se trat6 de averiguar 233 tioacan, [a] y alii de tiernpo immemorial, todos los dioses se JUntaron y hablaron diciendo: 2quien ha de gobernar y regir el n1undo? quien ha de ser el sol? (y esto ya es platicado en otra parte) y al ti ernpo que nacio y sali6 el sol, todos los dioses murieron y ninguno qued6 de ellos, conlo adelante se vera en el libro 7.0 capitulo 2.8 cual habia sido su cornportamiento durante Ia action; eng1eron un aJtar a su Dios protector, pero queriendo ofrecerle en Ia dedicacion alguna cosa preciosa, la pidieron a su senor Aculhufl; este les envio por desprecio dentro de un trapo sucio de tela aruesa, un vii p~jaro muerto con ciertas inmundicias el cual lleva~on los sacerdotes Culhuas, y poniendolo sobre el altar se fueron sin hablar una palahra. Mucha fue la,indignacion de los mexicanos a vista de seD1ej;:. mte burla; pero reservando para otro tiempo ]a venganza, pu· ~ieron sobre el altar en lugar de aquellas inmundicias un cuchillo de ltztlf, y una yerba olorosa; y 1legado el dia de la dedicacion quiso concurrir a ella el Regula Culhua con la nobleza; mas no para honrar la fiesta, sino para hurlarrse de sus esclavos. Empezaron los rnexicanos esta fnncion con un solemne bayle, en que se pre· sentaron con los mejores trages que tenian, y cuando mas at ntos estaban los circusntantes, sacaron cuatro prisioneros Xochimilcas que hasta ent6nces habian tenido ocultos, y despues de habr;rles hech~ bailar un poco, los sacrificaron sabre una piedra, rompiendoles el pecho con el cuchillo de Itztlf, y sadindoles el corazon '-un caliente y palpitante, lo ofrecieron a su Dios Vitzilopuclttli. Este hecho atrocisimo escandaliz6 a los Aculhuas, que volviendose inmediatamente a Acolhuacan determinaron arrojar de alli unos esclavos tan cruelcs, que podrian ser en lo succesivo perniciosos al. Estado, y Coxcox [que este era el nombre del Regula] les envi6 orden para que sin dilacion s~liesen de aquel oistrito, y se fuesen donde mas les agradase. Asi lo hicieron, se situaron en el punto que hoy cono· cemos con el nombre de jllexicatlzinco; pero no hallando en aquel ~itio las cornodidades que buscaban, 6 queriendo alejarse de los Aculhuas, pasaron li lztacalco y despues a donde hoy estii Mexico. Estos fueron, repito, los primeros sacrificios de £langre humana: viciaronse despues sugeridos por el demonio que gustaba de la crueldad, y desde ent6nces la sistemaron hasta el horrible estremQ que hemos vista. La obscuridad y distancia de los tiempo~, y las supersticiones con que mezclaron despues todos los actos religiosos y civi~ (a) Hoy S .. Juan Teotihuacan a 6 leguas de Mexico al Nort~. |