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Show 230 PR.OLOGO DE ESTE LIBRO TERCERO. N 0 tuvo por cos a superflua ni vana el divino Augustine, tratar de ]a teologia fabulosa de los gentiles en el 6° Jibro de la ciudad de Dios, porque con1o el dice, conocidas Jas fabu1as y ficciones vanas que los gentiles tenian acerca de sus dioses fingidos, pudiesen facilmente darles a entender que aquellos no eran dioses, ni podian dar cosa alguna, que fuese provechosa a la criatura racional. A este prop6sito en este tercer libro se ponen las fabulas y ficciones que estos naturales tenian cerca de sus divinidades, porque entendidas las vanidades que ellos tenian por fe acerca de sus mentirosos dioses, vengan mas facilrnonte por la doctrina Evangelica a conocer el verdadero Dios, y que aquel1os que ellos tcnian por tales, no lo eran, sino diablos mentirosos y engafiadores; y si alguno piensa que estas cos as estan tan ·oividadas y perdidas, y ]a fe de un Dios tan plantada y arraigada en estos naturales, que no habia ne. cesidad en ningun tiempo de hab1ar de estas cosas, al tal yo lo creo piadosamente, pc'l'o se de cierto, que el demonio ni duerrne, ni esta olvidado de la honra que le hacian estos naturales, y que esta csperando coyuntura para si pudiese volver (a) a 1 seflo- (a) Conviene no olvidar estas preciosas palabras: desgraciada na- 231 rio que ha tenido, y facil cosa. scria para entonces despertar todas las casas que se dice estar olvidadas cerca de la idolatria; y para ent6nces bien es I que tengamos armas guardadas para salirle al _en-cuentro. Para esto no sola mente aprovechara lo ·que esta escrito en este tercer libro; pero tatnbien lo que esta escrito en el primero, segundo, cuarto y quinto. Ni tampoco habra oportunidad para que sus satelites ent6nces engafien a los fieles y a Jos predicadores, con dorar con mentiras y disimu1aciones las vanidades y bajezas que tenian cerca de ]a fe de sus dioses y su cultura; porque pareceran las rerdades puras y limpias, que declaran quienes eran sus dioses, y que servicios demandaban, segun se contiene en los libros arriba dichos- FIN DEL PROLOGO. cion donde nos descuidemos: Ia idolatlia vuelve, y con mucho mayor daiio que en I'os tiempos pasados por la horrorosa mezcla qu~ habria del cristianismo con las abominacioncs idohitricas. Suplico al romano Pontifice a quien dedico esta Obra, sostenga cuanto pueda la Iglesia mex.icana, y nada reserve para si ·del tesoro de misericordia que J. C. puso en sus n1anos, sino que todo lo franquee a nuestros Pastores. |