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Show 348 v nia, aposenta,ndole en un luaar que ollos Haman Tecca~li, que quierc decir, l)alacio Real. El ofreci6 us pr sos al r y Au~tzotl y le hi~o su rac;onamiento d muy legantes. ra<(OU~ , ofrecu~ndole juntamente su voluntad y des o que de rUllle t ma: luego lc truxeron agua manos, que era costumbre muy celebrada entre ellos traer agua manos :1 lo gue pedes y caminantcs, y despues de au~r-e lauado lc pusicron los ordinarios majares reales, con la beb1da aCO tumbrada de cacao, y rosas y huma<(O , no solo a el pero a todo sus grande e:rrores y principalcs, que en otros lugares estaban apos ntados, scgun la calidad d sus per ona , {t todos lo quale fue dado muy bastantc recaucl de todo lo que ubieron menester, en to 0 cumplimi nto, y a los presos entregaron a los saccrdotes para. qu se tuviesc cucnta con ellos. . . Luego lleg6 el rey de Tacuba con todo sus prmCipale y seno-res de la part dt~ su prouincia, que no es monos larga que la que qu da 1' ferida, y juntamente truxo todos los presos y esclauos que a c ta olenidad c tauan obligados a dar, a quien no menos honra y cort ia se hi~o que al de Tczcuco, poniendole en el mcsmo palacio junto a Ne9aualpilti, y n.posentando {t sus sefiores en los l~gares que les pertenecian, fucron proueydos de todo lo necesn.no con todn. la abundancia dicba. Acauado que el rey reciui6 1 a los senores y reyes, y de aposcn-tallos con cl aplauso y corte in. que merecjan tan altos principes y sefiorc , v nido, y junto a su mandado y ruego, Tlacaelel cl viejo .abl6 al rey Auitzotl, y dixole: Ya te acordaras, poderoso principc, .c6mo en la fiesta de tu uncion y coronacion no quisicron acetar nuestro ruego y convitc los tlaxcaltecas y sus consortes nue tros cnemigos, ni los de Metztitlan ni mechoacanecas; pareceme que no sera cosa fucra de ra<(Oll tornallos a Hamar para la solenidad presente, porque aunquc quanto a las gucrras que entre nosotros ay aya enemistad, al menos, quanto a participar de nuestras sol nidadcs y ao~ar de nuestras ii.cstas, no ay por que scan excluidos y priuados, pues somo todos unos, y para estos tiempos sera ra<(on aya treguas y conversacion entre los senores. Al rey le pareci6 ser justo, y luego mand6 escog.cr tres valerosos capitane. , de los rle mas animo y 1 Es deoir,-" dcspues de habor recibido elroy, etc." 349 valor, que no temiesen, la entrad~ por la$ gmnda qu filiempre ~lli en las guardas y c ntin las que velauan. de dia y do noche on estas fronteras, tcmiendo ser salteados; y escogidos estos tres mensaj~ .. ros mandolos fuesen a Tlaxcala y a V exotzinco y a Cholula y .fl, Tecoac y a Tliliuhquitcpec y a yacatlan para que de su parte convidase a torlo los reyes y principal s de aquellas ciudadcs y prQ.uincias. Los mensajeros respondieron harian lo que les era mandado; empero encomendaron al rey su. hijos y mugcres, manifes~ tandolc cl peligro en que iban, iendo la vuelta tan incierta; pcro con todo cso, posponiendo todo peligro, particron de la ciudad caminando toda la noche, llegaron cerca del dia a V exotzinco, y entrando a escondidas en la ciudad fueronse a las casas reale ' donde el senor e taua, y en los aposcntos d adt fu ra hallaron lo porteros durmiendo, y despertandolos le rogaron dixc n al senor Xayacamacha, que asi se llamaua, c6mo tauan alli unos mensajeros que le querian hablar. Preguntados de d6nde ran, respondieron: que si no era ul mesmo senor, que no lo }Jodian d cir: lo porteros entrar n a su eflor, y dicicndolc lo que pasaua, mand6 que si primero no dixcsen quien eran y de d6ndc, que no los dcxascn cntrar. Ellos tornaron a replicar les uplicauan los dcxasen entrar, y que ellos venian a seruille y besalle la mano , y sin armas ni defensa; que eran gonte de paz, que qu rian de cubrirselc y dccille {t lo que veman. El rey y s nor de V c.x.otzinco, aunquc temero o, lo mand6 entrar, los quales venidos ante cl se le umillaron y po traron por tierra haciendolc las cer.imonias reales que ello usaban haccr delante los r yes, y hocha la humillacion, lc dix ron c6mo cllo ran mexicanos y que venian de parte del roy Auitzott de Mexico a suplicallc se alia e en la solenidad del templo y del dios Vitzilopochtli, cuya casa era acauada, y qu st con toda seguridad y treguas; que le prometian lo podia acetar, pues los valerosos mexicanos no u aban de traicioncs ni de ato 1 mugerilcs ni cobard s, sino con la ospada en la guerra y n campo, mostrando cadu uno la fuer<;a de su bra9o, lo qual por agora, dexando esto aparte, en quanto amigo y senores deudos y de una generacion, le suplicaban 1 Oantolas o perOlliu. . |