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Show 314 que mirasen y perdiesen el miedo para adelante, y dandoles armas a todo mandaronles que entrasen con animo y que hiciesen lo que pudiesen y que cobrasen nombre de valerosos, y dandoles a ellos y {t los que salian a de cansar una escudilla de atol de chia, entraron esto mochacho con tanto animo entre los enemigos, que pren- '*' dieron entre todos quar nta valiente hombres de los de Metztitlan ,.,. y de los guasteca que les quixeron hacer rostro, y presos estos ca i los desbarata.ron y hicieron pasar un rio que se dice Quetzalatl. Los de Metztitlan, casi como corridos, aunque ellos auian lleuado lo mejor, de que los mochachos los uviesen hccho recular, lo que no auian podido los valero os hombr s y valientes soldados, al<taron el real y fueronsc a. sus lugar s. Los mexicano , viendo que ya no auia que hacer y que con aquello auian los contrarios recogidose a sus lugares, mandaron recoger la gente y vinieron ~1. las tiendas: llegados alli, el rey mand6 llamar a su tienda todos los senores de las prouincias, lo. quales venidos a su llamado, les dixo: Senores y valero os soldados y capitanes: ya emos hecho de nuestra parte lo que somo obligados y no se a podido hacer mas: veo que nos faltan trescientos hombres de nuestros hijos y hermano y sobrinos: a esto venimos sujetos, tambien como a veneer, y si alguna honra en esta guerra emos ganado, a estos mochachos se deue atribuir y ellos pueden gloriarse que por cllo voluemo ·vivos lt nuestras tierras, y a ellos doy la honra de esta batalla. Los presos son muy pocos; yo os agradezco lo que auis hccho y ios con ~ios cada uno a su Iugar, pues no ay aqui mas que l1ac.er. Ellos d1~ron las gracias, y luego tom6 cada uno la via que meJOr le parem6. Los sefiores tomaron a su rey y partieron con cl, Y llegados a un pueblo que se dice Chicunautlan, enviaron a decir a Tlacaelel c6mo Ia guerra era acauada con dafio de lo mexic~ nos, de los quales y de todas las demas prouincias faltauan treClentos hombres, de solo un encuentro, y que quarenta presos que tray.an, los mochachos au ian ido en prenclello y que {t ellos se les clema ]a honra y gloria. Tlacaelel sinti6 macho la perdida, y mand6 que luego tocasen los atambores y los caracoles y cornetas y que uviese en lo templos atalayas, para quando fuese tiempo de salir {t receuir {t su se- 315 nor y a los presos, y venida la ora, los viejos y sacerdotes se adereyaron, y por el 6rden qu solia salieron a receuir a su seilor y al exercito, poniendose todos en ala de una parte y otra con sus encenyarios en las manos, y los viejos que ya no }Jodian ir a la guerra, que llamauan Cuauhueuetque, que quiere decir, las aguilas viejas, hartos de ir a entradas, j ubilados 1 de las guerra ' salian todos armados con u rodelas y espadas, por bordones, con cintos de cuero en las CaUe<taS y US plumajes de plumas de aguila, todo puestos en la mesma 6rden; y los prim01·o que Hegaron fueron los presos, todos atados en renglera, y los muchachos que los auian preso venian junto a ellos, cada uno junto a u e clauo aparte, y salud{mdoles empe<;aron {t hacclles las cerimonias que sollan, de encen<;allos como a merced y don del Sol y de Vitzilopoclttli, los quales presos empe<;aron {t cantar y {t hacer sus lamentaciones y a dar silbos y voc s, y asi entraron en la ciudad basta el templo; y lleuados ante el ydolo pasaron por delante rlel tomando tierra con el dedo y comiendo. Despue que acauaron de I asar lleu{tronlos al palacio real, donde de pues de auer saludado a Tlacaelel, les fue dado muy bien de comer y heber, ro as y huma<;os y entrcgados a los mayordomos para tener cargo de ellos. Des de a poco rato lleg6' el rey con todos los senores, y haciendole el reciuimiento ordinaria, los viejos empegaron a llorar por la perdida que auian tenido de los suyos, lo qual era cerimonia, y haciendo a su senor y a los ei1ores todos, que con el venian, una larga platica; a f. llorando los unos y lo otros, venian basta el templo, y los viejo. ha ta llegar alli 1t los pies de Vitzilopochtli venian diciendo a voce : 6 de dichados mexicanos, que dexaste {t vuestra ciudad de Mexico para no vella mas; pero que sc a de hacer, pues fuistes al excrcicio de la muerte por hom·a de vuestro dios Vitzilopochtli, y all{t fuistes todo asidos de las manos {t go<;ar y a ver cl modo que tiene la ca a del sol, delante de quien andais volando: y diciendo esto y otras muchas lastima con que prouocauan a llorar a la gente, pa auan delante los pies de ]a estatua y rodeauan la piedra del sol a la redonda. Y yendose al palacio real, el rey se sent6 en su asiento y luego llegaron a le saludar todos los seflores 1 Esto c , cxcntos dol set·vicio militnr. ., |