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Show 266 lo criado, del dia y de la noche, que a de ser la ciudad de Tenuchtitlan muladar y secreta de los tlatelulcas. El embaxador volui6 ~on esta embaxada a su Rey, de lo qual uvo gran risa_y mofa. CAPiTULO XXXIV. I Do la soguuda batnlla que los moxlcanos dleron a. los do '.rlatelulco, Y do c6mo los vencieron. Oyda la respuesta del senor de Tlatelulco, estando todos los senores presentes, despues de auer reido y mofado de respuesta tan arrogante, Tlacaelel se volui6 al Rey con una ira quel cora<(Oll parezia saltalle del cuerpo, deseando en aquel punto ser mogo de muy poca cdad para poder vengar y abaxar la soberbia de hombres tan arrogantes y altivos; y leuantandose en pie mostrando cl enojo que tenia, dixo: poderoso Rey: si mis fueryas fueran bastantes para ir solo a mostrar mi persona y el valor della, como lo hice en la entrada de Azcaputzalco, aunque todo el mundo me lo estoruara yo diera a cntender a llfoquiuix su mucha locura y atreuimiento; pero pues yo no puedo, vuelua alla Cueyatzin, y lleuele las unciones y insinias de los muertos, y haga lo que yo hice en Azcaputzalco; 2 lo qual fue luego puesto por obra; y llegado Cueyatzin ante Moquiuix dixo desta rnanera: Senor: el Rey de Mexico, tu siervo y hermano, te invia estas insinias funerales, y que te ungiese· con este bctun de mu~rtos y te aparejes para morir. Moquiuix se leuant6 del asiento en que estaua, dando de rempujones al mensagero, y tratandole con mucha aspere~a lo ech6 del aposento diciendo: dile a tu senor que esas unciones a el pertenecen: y estando diciendo esto lleg6 J;econal con una espada en la mano y dando a Cueyatzin un"golpe con ella en el pescuego le derriv6 la cauega, y tornandolo en bragos lo ecbaron en los terminos de Tenuchtitlan, donde luego los tlatelulcas algaron un alarido muy grande, apelli- 1 Vease la lamina 11!-, part. 1~ 2 Vide pag. '74. 267 dando este nombre de Tlatelulco. Tlacaelel tom6 una espada y una rodela, y subi6se en.lo alto del templo y mand6 tocar los atambores y bocinas, al s6n de los quales se recogi6 gran numero de soldados y gente de guerra, a los quale en alta voz dixo: hijos y herrna nos mios; no desmayeis, que la justicia es de nuestra parte, pues nos an muerto a nuestro embaxador, tan sin ra<;on y justicia; no teneis neeesidad de salir de vuestros terminos, pues a las espaldas de vuestras casas estan vuestros enemigos: no ay que subir cerros ni que.decendir quebradas, ni que correr valles: bace quenta que ecbais moxcas de vuestrn. pertenencia; por tanto meteos debaxo la rodela, apreta bien el espada, estcnde bien vueso bra<;o, porque desde aqui quiero ver y go<(ar del valor de vuestra personas. A este punta sali6 el Rey Axacayatl armada de sus armas con ricos adere<;os y deuisas de mucho oro, joy as y plumas, con una rodela y. espada en la mano, mostrando valor y gentile<(a, ccrcado de todos sus senores y principales, que no menos galanos y vistosos venian, al qual dixo Tlacaelel: ca, valeroso rriancebo: poco a poco; no te apresures, aguarda a la senal que yo te hici re y ten atencion a quando yo alctare la rodela en alto, que aquese es el tiempOt de acometer; y con csto el1·ey y su exercito empectaron a marchar, y llegados al t'ermino senalado allaron la gente del Tlatclulco no menos apcrcibida y a punta, con cl mesmo 6rden y concierto queHas trayan, cstando en delantcra Moquiuix y Teconal, animando y esfor<(ando su gente. El rey Axayacatl, pucstos los ojos en Tlacaelel para aguardur la sefia que le auia de bacer para empeyar cl combate, vido al<(ar la rodela y el espada, hacienda amena<;a de berir, y luego mand6 a su gente que acometiese, y fue con tanta furia, que los de Tlatelulco se vieron muy npretados, del qual rencuentro les ganaron los mexicanos mucha parte de tierra, haci6ndoles retraer a mal de su grado, trauajando los mexicanos de cobrar la pla<;a del Tlatelulco, que era la prcncipal donde e bacia cl mercado, al cauo de la qual estaua el gran templo del Tlatelulco, donde los tlatelulcas auian jurado a su dios de ensangrentalle las gradas del templo y su estatua con la sangre de los mas principales mexiCanos. Empero los de Tlatelulco lo resistian con todas sus fuer<;as y po- . ' |