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Show I I I I , I 114 mando que a todos los mas seilalados se los den tierras para en pago de u trauajo, y para t( escoje a tu voluntad, que caro nos cue ta, pues cuesta la sangre de nuestro cuerpo y las vid~s de mucho . Tlacaelel, con todo los que se allaron prescntes, d1eron mucba gracia al rey bcsandolc las manos y dieron luego auiso de lo qu l rcy mandaua para que todos acudicsen a dallc las gracias como era ju to: y estando todos congregados particron para la ciudtHl de Xuchimilcn gran numero de gente de senores y principales soldado y gente comun al repartimiento de las ~ierras, olgandose d vcr la calc;.ana que en tan breuc tiempo auian hccho. Ll ~raoos a Ia ciudad de Xuchimilco todos los senores de Mexi-b co, sali ron todos lo principales a lo recibir con mucha honra, roo trandole. gran amor y apos ntandolos en las casas de sefiorio: les dixeron fue en muy bien vcnidos a aquella ciudad y que descan a en y se olga. en que tiempo auia para entender a lo que venian, y dandol s muy bien lo que auian mencster, as( de comida muy ba tante y opulcnta, como de mantas rica~, joyas y piedras de valor, proueyendoles de rosas y de atambor, empec;aron a hacelles arcyto8 en lo. quales por dalles autoridad entraron todos a baylar y cantar a 8U usanc;a. Celebrado el hospedage y dada la buena venicla, hicieron luego dexacion de sus tierras para que se cumplicse lo qucllos mesmos auian dicho, dando sentencia contra sf en el repartimiento dellas. Los mexicanos, muy contcntos, fueron con los s fiorcs rlel pueblo a lo lugares donde podian entregarse a su voluntad y dicit~ndoles: sefl.ores, veis aqui tierras, tom{t segun el mandata de nuestro senor y rcy ltzcoatl, que vuestro es y vosotros lo ganastes. Luego fueron sefialadas tierras a la corona Real, como ya lo tenian de costumbrc, y luego a Tlacaelel y trasel a todos los sefiores y principales, a los quales diP-ron a dos suertes a cada uno, y luego a todos los soldados que eran de mas nombradia, a suerte. Los de Xuchimilco, auiendo dexado sus tierras y vit~ndose asi desposer dellas, no pudiendose contcner de lagrimas empe~aron a gemir su desventura y a decir a los mexicanos: sefiores: ya estareys satisfechos de auernos desposeydo de nuestras tierras y patrimonios: ya por nuestra desventura somas vuestros vasallos y emos tornado la carga y esclabonia de ser vuestros tributarios: rogamos 115 a nuestro sefior y rey Itzcoatl y a vosotros que OS ayais con nosotros begninamente y nos sobrellcueis nuestras flaque<;as y miseria y que os compadezcays del pobre viejo y de la pobre vieja, del guerfano y de la viuda, debajo de cuya proteccion se sometc, confiimdo en vuestra begninidad y clemencia. Los mexicanos, movidos a compasion, los consolaron y animaron con palabras muy begninas, prometiendoles su fauor todas las veces que lo uviesen menester; y con esto los mexicanos se vinieron a su ciudad y dixeron al rey lo bien que los de Xucbimilco lo auian hecho y la honra con que los auian tratado y con la liberalidad con que les auian dado las tierras, de lo qual el rey o1g6 estrafiamente y mand6 fuese auisado el sefl r de Xuchimilco como le bacia uno de los muy priuados suyo y que pudie e estar y comer en su presencia y dar parecer en todo lo que se uviese cle hacer, lo qual tuvo a mucho y fue uno de los grandes favores que a senor ninguno se auia dado hasta en-tonces. Fue el tribu Xuchimilco de los terceros que poseyeron esta tier-ra y salieron de aquellas siete cueba donde vivieron mucho ticmpo y fue gran co a en tiempo anti guo: tuvo muchas guerra con los de Culuacan sus comarcanos sabre ticrras y terminos Y seii.or. los, porque Culuacan, como fue la primera en elexir reyes y senores, antes que los mexicanos viniesen, tuvo grandes competencias con los de Xuchimilco, porque cada ciudad destas dos no querian reconocer superioriclad la una a la otra, pues fuc cierto que despues con la nuevas ayudas que Culuacan tuvo de los mexicanos, recienvenidos, vino a tener algunas vitorias contra los de Xuchimilco, en especial una muy nombrada donde fue concierto Y determinacion que todos los que de los de Xuchimilco prendiesen y uviesen a las manos, los sefialasen cortandoles una oreja, Y a ( en aquella batalla que por agora les dieron, a todos quantos a las rnanos vinieron, a todos les cortaron una oreja, y vide afirmar, de mas de auellos vista en la pintura, que los de Culuacan llcvauan. un~s cestillos en las canoa llenos de orejas de hombres, la qual vttona fue nombrada y tan celebrada de los de Culuacan que hasta el dia de hoy la can tan en sus areytes y bayles y la soleni<;an; pero como dixe, con ayuda de los mexicanos, que en aquella sa<;on eran re~ |