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Show 84 liarios; tambierr par desctlido ·de los frailes que no curaban de mirar como iban las casas, hasta que todo di6 en tierra. Cuarenta alios despues de Ia fun~ dacion del colegio, torn6se a ecsaminar el estado en que estaban las casas de Cste, y haliOse cstar perdido, y rue necesario dar otro corte, y hacer otras ordenaciones de nuevo sabre las primeras, qara que el colcgio fuese adelante, como parece par las mismas ordenaciones que se hicicron de nuevo. Yo que me halle en Ia fundacion del dicho colegio, me halle rambien en Ia refOrmacion de.. Cl, Ia cual fue mas dificultosa que Ia misma fundacion. La pestilencia que hubo ahara treinta y un alios hU, di6 gran ba~ ja al colegio, y no le ha dado menor esta pestilen. cia de este afio de mil quinientos setenta y scis, que casi no estcl ya nadie en Cl, muertos y enfCrmos caoi todos son salidos. Recelo tengo muy grande que esto se ha de perder del todo, lo uno porque ella• son pesados de regir, y mal inclinados a aprendcr; lo otro porque los frailcs se cansan de poner con elias e.l trabajo de que tienen nccesidad para llevarlos adelante; y juntamentc porque veo que ni entre los seglares ni entre los cclesi<isticos, no hay nlguno gue los fa vorczca ni con solo tm tomin. Si el •en or D. Antonio de Mendoza [<Joe en gloria sea] virey que fue de esta N. Espana, no Ills hubiera proveido de su hacienda, y de una poca. de rentilla que tienen conque se sustcntan pocos y mal, ya no hubiera memoria del colegio ni del colegial, y pudiCrase Imber hecho gran bien :i toda esta repUblica indiana, y el rey nuestro sefior tuviera mas vasallos en elia, de los que tiene y tendr:i, porque sicm. pre van en diminucion; y Ia causa que yo he "·isto con mis ojos es, que en Ia pestilencia de ahor.a hii treinta afios, por no huber <juien supiese sangrar ni administrar las medicinas como convicne, murieron los mas de ellos y de hambre. En e:;ta pe•- 85 tilencia presente acontece lo miomo, y en todas las que se ofrCcieren ser:i otro tanto hasta <JUC se acaben: (a) y si se hubiera tenido atencion y advertencia, a que estos indios hubicran sido instruidos en Ia gram: itica, l6gica, fi.losofia natural y medicina, pudleran haber socorrido a muchos de los que han muerto; porque en esta ciudad de Mexico vemos par nucstros ojos, que aqucllos que acudcn 6. sangrarlos y purgarlos como convienc y con t icmpo sauan, y los demas mueren; y como los medicos y sangradores espniioles que lo saben hacer sou pocoS, y ft. pocos socorren, y ya casi est3.n cansados, cnfermos y muertos los sangradores y medicos, y no hay ya quien pueda ni quiera acudir ni ayudar a los indios pobres, y asl mucren por no tencr rcmedio ni socorro. CAPITULO XXVlll. D e las enfermedadcs del cuerpo humano, y de las medicinas contra elias. El pr~mer parrajo cs de las enfermedades de Ia cabeza, ojos, oidos, dientes y nariccs. Contra hi dolencia de la enfermedad de b orquilla que suele dar en los cabellos, es menester cortarlos muy a raiz, y rasparsc muy bien ]a cabeza, y lavarse con orines, y untar]a con una ycrba que se dice nanacace, y para quitar Ia yerba hnse de lavar con orincs, y si no se cortaren los cabcllos, se han de lavar con los mismos, y untarse con axin ( a) Afortunadamente no es nsi, pues la vacuna ha neutralizado Ia peste de viruela!!: o;i han muerto algunos es porque no han qnerido recihir en ticmpo ('Ste antidoto; es cosa escandalos:t. ver como se resisten rnuchos del bajo pueblo ! tomar estc prcserfativo, cusi con cieoeia cicrta de que si lo rcsisten sc mueren; ~ tnl estremo llega Ia cegu(~ dad C ignora ncia ;cosa increible! 'l'6m. III. 12 |