OCR Text |
Show VIEWPOINT A The members of the LDS Mexican Branch were also among those to maintain their culture. With the return from México of J. Reuben Clark, a prominent Mormon who had served as Secretary to the Ambassador from the U.S., an interest in Mexican culture was born within the Mormon community at large. Soon singers and dancers from the Mexican branch, like Gabriel Torres, José Simón, Berta Mayer, and Esther Zuniga, were performing in wards throughout the Salt Lake valley. The desire to know more about Mexican culture expanded beyond the Mormon Church as non-Mormon community members performed at Mormon celebrations and as artists such as Delfie Torres were invited to teach Spanish and Mexican folk dance at the University. Through their readings, concerts and dances, Centro Cívico Mexicano was perhaps the most active organization in promoting and perpetuating Mexican culture. Every celebration of Cinco de Mayo or Dieciséis de Septiembre featured local talent. A typical celebration started with a variety of musical numbers, a Mexican folkloric dance by children, more singing and dancing, and an address by the resident Cónsul of México. The final event of the program was always an enthusiastic rendition of the Mexican national anthem. The program was traditionally followed by a public dance. Trios such as The Three Dons, with Silas Lobato, Manuel Garcia, Salavador Méndez, José Chavez, and later Rubén Gómez, entertained and provided music for these and other dances which were often held in halls such as the Rainbow Gardens. People from as far as Ogden and the mining community of Bingham would come to Salt Lake to participate in these celebrations. During the 1950s and 1960s when many Mexican-Americans were not as interested in the folkloric songs and dances of their parents, performances were limited to prívate homes and to the celebrations held at Centro Cívico Mexicano or by Spanish-speaking congregations. On occasion, musical groups were brought in from México or California by Centro Cívico, local radio stations, or other civic organizations. s part of the Civil Rights Movement of the 1960s, young Mexican-Americans throughout the country rejected the Anglo notion that their Hispanic cultural heritage was inferior...many of the first-and- second-generation Mexican-Americans...now yearned to learn of their Hispanic heritage. Los miembros de la rama mormona mexicana estaban entre aquéllos que mantenían su cultura. Con el regreso de México de J. Reuben Clark, prominente mormon que había servido de Secretario al Embajador de los Estados Unidos en México, nació un interés por la cultura mexicana en la comunidad mormona en general. Muy pronto daban presentaciones los cantantes y bailarines de la rama mexicana, como Gabriel Torres, José Simón, Berta Mayer y Esther Zúñiga en las capillas de todo el valle de Salt Lake. El deseo de saber más acerca de la cultura mexicana se extendió mas allá de la iglesia mormona, ya que miembros de la comunidad no-mormona daban presentaciones en celebraciones mormonas y artistas como Delfie Torres fueron invitados para que enseñaran español y bailes folklóricos mexicanos en la universidad. El Centro Cívico Mexicano fue quizá la organización más activa en la promoción de la cultura mexicana por medio de sus conferencias, conciertos y bailes. En cada celebración del Cinco de Mayo o del Dieciséis de Septiembre participaban artistas locales. Una fiesta o celebración típicamente comenzaba con una variedad de números musicales, un baile mexicano de niños, luego más canciones y bailes y una charla por el Cónsul de México. El último número del programa siempre era el canto del Himno Nacional de México. El programa tradicionalmente terminaba con un baile público. Los tríos tales como Los Tres Dons, formado por Silas Lobato, Manuel García, Salvador Méndez, José Chavez y más tarde Rubén Gómez, agazajaban al público y proporcionaban música para los bailes que regularmente se llevaban a cabo en salones como el Rainbow Gardens. La gente venía de Ogden y Bingham a Salt Lake City para participar de estas celebraciones. Durante las décadas de 1950 y 1960, cuando muchos méxico-americanos no estuvieron tan interesados en las canciones y bailes folklóricos como lo habían estado sus padres, las presentaciones se limitaban a los hogares, a las celebraciones del Centro Cívico Mexicano y a las congregaciones eclesiásticas de habla hispana. A veces el Centro Cívico, las radiodifusoras locales u otras organizaciones cívicas traían grupos musicales de México o de California. |