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Show VIEWPOINT in the lower wage jobs. The railroad employed Mexicans and Mexican-Americans to perform "track labor," the manual maintenance work on the railroad lines. The mines of Bingham Canyon and Alta and the sugar beet fields of Garland also provided job opportunities for others emigrating from México. Like the Asian and Southern European immigrants who had preceded them, the Mexicans found life in the United States dreary and exhaustive at best, and at its worst, hostile and exploitive. Still for many, America remained the land of promise and opportunity, and by 1930 the Mexican population in Utah had increased to over four thousand. New colonias developed in agricultural communities such as Delta, Garland and Spanish Fork. LlFE IN THE COLONIAS Life in Mexican neighborhoods was little different from life in México and the nearness of their native country and contin-uing arrival of Mexican seasonal laborers replen-ished their language and traditions. The traditional family was the foundation of the community with the father as the dominant figure and the mother at the center of family life. The extended family and kinship ties were also very important. The compadrazgo-the spiritual relation between godparents, the child and the child's parents-served to support the family. Celebrations such as baptisms, confirmations, weddings, and other Mexican fiestas were family affairs which not only included the immediate members of the family, but all úneles, aunts, cousins and grandparents. These strong relationships reinforced both the family and the community and helped in the maintenance of traditions. Although outdoor altars are not as prevalent or as visible in Utah as they are in Arizona, New México or Texas, some Hispanic Catholics build altars in their backyards as well as inside. This altar, in the yard of the Epifanio González family, features a statue of Mary in a cement niche. 1986; Courtesy of Special Collections, University of Utah Library. sueldos bajos. El ferrocarril contrataba a mexicanos y a méxico-americanos para trabajar en las vías del tren, el trabajo de mantenimiento manual en las líneas férreas. Las minas del Cañón de Bingham y de Alta y las plantaciones de remolachas en Garland también proporcionaron oportunidades de trabajo para otros emigrados de México. Así como los emigrados de Asia y del sur de Europa que les precedieron, el enfrentamiento a la vida en los Estados Unidos fue deprimente y debilitante como también hostil y explotador. Sin embargo, para muchos Norteamérica siguió siendo la tierra que ofrecía promesa y oportunidad, y en 1930 la población mexicana en Utah había crecido a más de cuatro mil personas. Nuevas colonias se establecieron en comunidades agrícolas, como en Delta, Garland y Spanish Fork. LA VIDA EN LAS COLONIAS La vida en los vecindarios mexicanos era casi como la vida en México y la proximidad a su tierra natal y al continuo arribo de trabajadores temporales, mantenía vivo su idioma y sus tradiciones. La familia tradicional fue la base de la comunidad, siendo el padre la figura dominante y la madre el centro de la vida hogareña. La familia extensa y los lazos de parentesco eran también muy importantes. El compadrazgo-la relación espiritual entre los padrinos y el niño y entre los compadres-servía de apoyo a la familia. Las celebraciones como bautismos, confirmación, bodas, y otras fiestas mexicanas eran asuntos familiares que no solamente incluían a los miembros de la familia, sino a los tíos, a las tías, a los primos y a los abuelos. Estos lazos fuertes reenforzaban tanto a la familia como a la comunidad y ayudaban a mantener las tradiciones. |